La medicalización de la vida cotidiana y las drogas fueron objeto de análisis en la vigesimoprimera Jornada Municipal sobre Drogas celebrada el pasado mes de abril en el Centro de Pumarín Sur de Gijón, donde se desarrolló una amena y productiva reflexión sobre el empeño que una parte de la sociedad actual tiene para evitar los malestares y buscar la felicidad.
A través de las diferentes ponencias se evidenció como, desde determinados sectores, se promociona que no debemos sufrir malestar alguno, que no debemos de aplazar las satisfacciones o soportar mínimamente una pérdida, debemos de ser felices y tener una belleza deslumbrante. En esta línea, José Garzón, responsable del Área Médica de la Fundación C.E.S.P.A. – Proyecto Hombre de Asturias, definió en su ponencia el verbo medicalizar como la búsqueda de una solución (solo) médica a un problema que no es (solo) médico”.
La sociedad de consumo nos ofrece todo tipo de remedios, desde tomar alguna pastilla milagrosa, multitud de terapias psicológicas o de otro tipo, hasta el uso de la última tecnología médica. “La medicalización nos hace creer en lo que, como niños, deseamos ardientemente creer: que no hay límites, que todo es previsible, solucionable, analizable y controlable” añadió Antoni Talarn en su exposición sobre “El marketing sanitario actual. De la biopolítica al bionegocio”.
Una afirmación que implica, según el profesor de Psicopatología en la Universidad de Barcelona, “que más es mejor, que la ciencia y la tecnología todo lo pueden, que el cuerpo se puede transformar o corregir a voluntad, que viviremos siempre y sin dolor”. Margarita López Carrillo, coordinadora de la Red de Mujeres Profesionales de la Salud RED CAPS ahondó en la medicalización de la vida y la salud de las mujeres con su ponencia “Ser mujer no es una enfermedad”.
En esta tendencia a psicoligizar, psiquiatrizar y medicalizar la vida cotidiana, el primer paso es crear el miedo o el problema y luego dar la solución. De todo ello se encarga la industria que obtiene beneficios de este sometimiento. Así la industria de la salud define cada día más problemas o enfermedades (véase, por ejemplo, la timidez, el ponerse colorado, la actividad de los niños, el tener colesterol o la tensión arterial un poco alta). El nuevo DSM-V podría incrementar dramáticamente las tasas de trastornos mentales y luego nos ofrece el remedio para alcanzar una «felicidad drogada», una felicidad que llega con el consumo de un producto de alta tecnología médica o de una sustancia.
Aunque no todas las sustancias, fármacos o drogas tienen el mismo estatus, mientras se promociona el abuso de unas, otras están prohibidas. En este sentido, Xabier Arana, profesor del Instituto Vasco de Criminología abordó “las políticas, legislaciones y prácticas sobre el cannabis en lo que va de siglo”, uniendo a ésta otra reflexión sobre el camino que se está recorriendo hacia despenalización de algunas de las drogas tradicionalmente ilegales.
La jornada concluyó con una mesa redonda, que trató de responder a la cuestión “¿Qué plantea la sociedad organizada contra esta situación?”, integrada por Lourdes Pérez, del Colectivo Nielda de Mujeres por la Salud; Carlos Ponte, de la Plataforma por la Defensa de la Sanidad Pública de Asturias; y Luis Javier Martínez, del Conseyu de la Mocedá de Xixón.